El condicionamiento es el aprendizaje de ciertas conductas que nos llevan a pensar y actuar de un modo determinado según nuestros aprendizajes, hábitos y experiencias pasadas. Es un aprendizaje conductual, también conocido como aprendizaje por estímulo-respuesta, que influye en nuestros comportamientos instintivos.
Dicho de otra forma, las personas solemos actuar de la misma forma ante estímulos conocidos debido a la influencia de un aprendizaje anterior. Forjando así respuestas o asociaciones automáticas ante distintas situaciones. Lo que puede ser bueno o malo.
Durante este artículo indagaremos en el funcionamiento de los condicionamientos para de dejar de ser sus marionetas y así:
- Ganar conciencia sobre nuestros actos y tomar control sobre ellos.
- Aprender a identificar porqué reaccionamos como lo hacemos ante distintas situaciones.
- Saber cómo afecta el condicionamiento a nuestras creencias.
- Reflexionar sobre la conveniencia de nuestros creencias y metas para adecuarlas a nuestros intereses y mejorar nuestro bienestar.
- Tener percepciones más realistas y menos distorsionados por prejuicios, ganando así empatía y comprensión de la realidad.
¿Qué es el condicionamiento clásico?
Es un aprendizaje a través de la repetición, que nos lleva a generar respuestas automáticas (reflejo rotuliano), mediante la exposición repetida.
Según Ivan Pavlov (fisiólogo ruso), el aprendizaje condicionado se presenta como un estímulo que va asociado a otro estímulo, dando lugar a una respuesta conocida. Pavlov consiguió demostrar lo que quería decir mediante su famoso experimento con perros. En el consiguió que los animalitos salivaran y asociaran la hora de comer con el sonido de una campana.
Nos encontramos ante dos tipos de estímulos, el estímulo no condicionado, y el estímulo condicionado.
En el caso del experimento de Pavlov, la campana se convirtió en el estímulo condicionado (ya que por sí solo en un principio no genera cambios en el individuo). Mientras que la comida (pasta de carne) era el estímulo no condicionado (el estímulo real, la comida).
Finalmente lo que la pasta de carne provocaba en los perros, la salivación, se consiguió provocar únicamente con el sonido de la campana. Sin que hubiese comida de por medio.
Cuando dos cosas suelen ocurrir juntas, la aparición de una traerá la otra a la mente. Aristóteles
Esta clase de estímulos no condicionados (la campana), también nos afecta a los seres humanos. Así, los más fieles seguidores de una marca, se ven fuertemente condicionados a repetir la compra de sus productos. Debido a un aprendizaje anterior. Sin siquiera buscar información de nuevos productos en otras marcas. Condicionando así su comportamiento racional de encontrar el mayor valor por su dinero.
Aprendizaje asociativo cognitivo
Los científicos conductistas opinan que el condicionamiento clásico es un aprendizaje de asociaciones que permiten al individuo anticiparse a la imagen que perciben de su ambiente.
Cada persona tiene unas imagen del mundo (percepciones) diferente a la de cualquier otra debido a condicionamientos distintos como frutos de sus vivencias y aprendizajes pasados.
Sin duda, conocer esto nos lleva a varias conclusiones. Como la de otorgarle mayor reconocimiento a habilidades como la empatía, o incentivarnos hacia la práctica de la aceptación propia y ajena. Es decir, a formar menos prejuicios que identifiquen a alguien con una forma de ser determinada. Elevamos así nuestro nivel de entendimiento hacia las formas de pensar y actuar de otras personas al entender que no somos como somos por haber nacido así, sino por el cúmulo de nuestras influencias. Las cuales a su vez pueden cambiar y cambiarnos.
Por tanto, el condicionamiento clásico se considera como un aprendizaje asociativo cognitivo en la medida en que genera nuevos conocimientos y expectativas acerca del mundo.
¿Cómo puede afectar el condicionamiento clásico a nuestras vidas?
Pasado que manipula nuestros actos presentes
Quizá hayas oído muchas veces expresiones como éstas:
- Yo durante el día no puedo estudiar, sólo consigo concentrarme por la noche.
- No sé qué me pasa que sólo me gustan los chicos malos y al final me acaban haciendo daño.
- Que tonta/o fui, estaba tan enamorada/o que no me di cuenta de que me estaba engañando. Estaba ciega/o.
- Yo no puedo hacer eso, ya lo he intentado muchas veces y sé que no me va a salir.
- Exponer en público se me da fatal, siempre me pongo nervioso.
Ejemplos como éstos nos sirven para darnos cuenta de como ese aprendizaje pasado condiciona en nuestros actos presentes maquinando nuestros actitudes para afrontar nuevos retos y dificultades.
Si a una persona no le ha ido bien en sus estudios, quizá por una mala organización o falta de empeño, la repetición de cierto número de fracasos le lleva a generar un creencia: A mí estudiar se me da muy mal. Llevándola a abandonar sus estudios cuando quizá era perfectamente capaz de sacar excelentes resultados académicos.
Por poner otro ejemplo más, si a un chico le han rechazo en el amor y ha vivido experiencias negativa que no ha superado, esto le puede influir volviéndolo más introvertido e inseguro en entornos sociales. Minimizando así su confianza de cara a afrontar y responder a futuros rechazos.
Percepciones distorsionadas
Al igual que en ese experimento en el que los monos ya no cogían los plátanos por temor a llevarse una descarga eléctrica, cuando en realidad la electricidad ya se había retirado, las personas nos sentimos manipuladas en nuestro día a día por diversas asociaciones.
Acabamos creando un gran número de creencias y prejuicios que no nos favorecen de cara a conseguir aquello que deseamos. Alterando así nuestras percepciones. Lo que nos lleva a su vez a sentir frustración y resignación por no cubrir nuestras necesidades como queríamos. ¡Menudo dilema!
¿De que depende el condicionamiento clásico?
La repetición
La repetición aumenta la fuerza de la asociación entre un estímulo condicionado y otro no condicionado, favoreciendo además su retención. No es lo mismo que nos hayamos puesto nerviosos exponiendo en público una vez que veinte.
No obstante, la repetición también puede jugar a la contra e invitarnos a evadir ciertos estímulos. Una repetición excesiva provoca una pérdida de atención, lo que se conoce en marketing como “desgaste publicitario”.
La forma de prevenir este desgaste son las variaciones sustantivas, o lo que es lo mismo, la variedad. Por ejemplo, en términos de atracción y seducción, una persona puede gustarnos por ser sensible y honesta, pero si sólo nos aporta eso y luego es más sosa que unas castañuelas, al final nos acabará aburriendo. En cambio, si esta misma persona varía esas cualidades con otras como la de ser aventurera, jugadora y sensual, es menos probable que ese desgaste se produzca. Influyendo en su conjunto unas cualidades sobre otras. Es decir, valoraremos más su sinceridad si además es sensual. En conjunto las variaciones se multiplican.
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Generalización del estímulo
La generalización del estímulo provoca una respuesta similiar ante estímulos parecidos pero no iguales. Por ejemplo, en el caso de los perros, Pavlov comprobó que había sujetos que salivaban al escuchar un sonido parecido al de la campana. Como el de unas llaves. Así si una persona piensa que se le da mal estudiar, también será reacia a actividades como la lectura. Incluso aunque esta lectura se trate de novelas de ficción.
Otro ejemplo de generalización del estímulo nos lo encontramos con las marcas. Ya sea marcas de productos o marcas personales. Si pensamos que nuestra madre (marca personal) quiere todo lo mejor para nosotros y además apreciamos fuertemente su opinión y guía, quizá hagamos lo que ella nos diga sin replanteárnoslo demasiado. Incluso aunque no sea muy difícil de identificar que está equivocada.
Lo mismo que ocurre con el amor ciego. Amamos tanto a alguien que no atendemos a sus defectos y engaños aunque estos sean evidentes. Un claro ejemplo lo tenemos en casos de maltrato donde pese a sufrir física y psicológicamente, no se abandona al agresor. Es más, se justifican sus actos pese a por ello dañar la propia confianza. Justificándolo mostrándose a uno mismo como culpable.
En cuanto a marcas de productos, una buena experiencia con un producto determinado de una marca puede provocar que pensemos que todos los productos que fabrica son igual de buenos.
La generalización del estímulo es muy importante de cara a identificar qué es lo que nos hace realmente felices y que no. Si una persona se siente muy bien yendo de compras, puede acabar obsesionándose con ganar más dinero para sentir más placer comprando más y más. Quizá dejando de lado otros aspectos de su vida. Provocando que su felicidad sea dependiente del acto de consumir.
Lo mismo ocurre con la dependencia emocional y la obsesión amorosa. Al asociar consciente o inconscientemente que únicamente seremos felices si determinada persona nos quiere y está con nosotros. Otro ejemplo sería las adicciones a las drogas, que si bien tienen efectos físicos, también los tienen psicológicos. Asociando en sus consumidores aspectos como la diversión o la paz mental a su consumo.
Discriminación entre estímulos
Así como las marcas intentan diferenciar lo máximo posible sus productos, como individuos deberemos tener en cuenta estos estímulos al relacionarnos con los demás. De este modo, seremos más capaces de analizar inteligentemente qué piensan de nosotros. Pudiendo tomar medidas con nuestra comunicación para influir sobre sus percepciones condicionadas. Veámoslo con un ejemplo de mi libro Despierta belleza, donde explico con mayor profundidad todo lo que estamos viendo:
—La lectura siempre ha sido una de mis pasiones, quizá por eso me gradué en Historia.
—O sea, que sigues la filosofía cuerpo y mente, ¿no?
—Bueno, más bien cuerpo, mente y espíritu. También me gusta mucho meditar y reflexionar sobre la vida. Creo que no hay nada como saber ponerle un bello significado a lo que veo. Descubrir el trasfondo.
—¿Y qué ves ahora?
—Ahora mismo… —contesto con gesto pensativo—. Veo un libro cerrado que estoy deseando abrir para devorar cada una de sus páginas. Esa clase de libro que sabes que estremecerá tus sentidos y te hará perder toda brújula moral. De los que no quieres que acaben nunca.
—Si me sigues hablando así, difícilmente habrá mucha moral entre nosotros. Pero te advierto, no soy una chica que se abra emocionalmente con facilidad —sonríe enigmática—. Te va a costar leer este libro de historia.
Su voz se vuelve más sensual. Como un susurro de viento suave que tambalea mis sentidos y desboca mi imaginación.
—No lo preferiría de otro modo —contesto devolviéndole el gesto—. Ahora cuéntame, ¿cuáles son tus pasiones?
—
En este ejemplo podemos percibir a un chico al que el gusta cuidarse y mantener un cuerpo 10 mostrando su lado más intelectual. Hablando de su pasión por la meditación y la lectura. Anticipándose así a romper esos típicos prejuicios de cabezas huecas que a veces se asocian a personas obsesionadas con su cuerpo. ¡Muy inteligente estrategia!
Por otro lado, la discriminación entre estímulos puede romperse a través de una pasión más poderosa que la de una creencias ya instaurada. En este caos podemos mencionar a la persona que cree que no le gusta estudiar, pero ante la oportunidad de formar un negocio sobre algo que le apasiona, comienza a estudiar con fuerte entusiasmo todo lo que le puede ayudar a cumplir su sueño. Descubriendo que aprender no es algo que le disguste siempre que le encuentre una utilidad y se vea amparado bajo unos objetivos concretos.
Condicionamiento emocional
Respuestas emocionales automáticas
Cuando nuestras emociones responden automáticamente de una forma similar ante ciertos estímulos, decimos que estamos condicionados emocionalmente. Este es el piloto automático más peligroso, ya que las emociones nos inyectan mucha energía. Si no sabemos controlar estas emociones adecuadamente, caemos en grandes pérdidas de consciencia. ¡Vamos, que podemos perder los papeles una vez si y otra también ante lo mismo! O peor aún, optar por caminos inciertos más que poco beneficiosos.
Hay quienes ante un ataque o reproche de otra persona en seguida se encienden de ira. Otros, están acostumbrados a guardar la calma de una forma casi impasible. Y aunque existen muchos condicionantes detrás de cada respuesta emocional, sin duda el hábito es la que más la fortalece. Distinguiendo también entre individuos. No reaccionamos igual a las acusaciones de nuestra madre, que a las de nuestra novia con la que llevamos 3 meses saliendo. De la que dicho sea de paso, estamos profundamente enamorados.
A menudo generamos incluso un estado de miopía emocional. Cuando no vemos la realidad por la alteración que nuestras emociones nos provocan.
Más sobre la miopía emocional en:
Miopía emocional: Nadie es lo que parece
Desarrolla la consciencia emocional
Combatir este condicionamiento emocional del que a menudo muchas veces nos arrepentimos, no es cosa de coser y cantar. Es algo que está muy adherido a nuestra piel. No obstante, como termina diciendo el refrán, todo es empezar.
Si tomamos en cuenta algunas recomendaciones, con el paso del tiempo podemos hacer grandísimos progresos. Cambios que nos ayudarán a ser una persona totalmente nueva y con resultados distintos. Veamos algunos:
- Meditar, reflexionar o escribir sobre cómo nos sentimos y reaccionamos ante ciertos estímulos.
- Estudiar sobre inteligencia emocional para comprender el funcionamiento de nuestras emociones.
- Repasar nuestras conductas pasadas, perdonarlas para sanarlas, y buscar nuevas formas de respuesta.
- Aceptar nuestros defectos con valentía. Sin evadirnos ni echar la culpa a otros de ellos. Esa valentía nos ayudará a cambiar y a tener información de nosotros mismos.
- Hablar con amigos o buscar a un profesional que nos ayude a sacar lo que llevamos dentro. Buscar consejo.
- Leer y tener una actitud de superación. Durante la lectura no solo aprendemos, también meditamos si nos sentimos implicados con lo escrito.
Si hacemos todo esto, y además le ponemos un poquito de valor y pasión para actuar diferente llegado el momento. No solo cambiaremos nuestras respuestas, sino que también viviremos más relajados y felices.
Mejora tu autoestima mediante los condicionamientos y 6 factores más en: Mejora tu autoestima: Guía de 7 factores
Conclusión final y recomendaciones
Ten siempre en cuenta que tus actos puedes estar o verse influenciados por el condicionamiento clásico. Tómate tu tiempo para reflexionar y meditar sobre tus acciones automáticas e instintivas. Algunas personas suelen tener la costumbre de repasar mentalmente lo que han echo a lo largo del día en el momento de la noche, principalmente antes de acostarse. Buscando al mismo tiempo formas de actuar mejor de lo que lo ha hecho, pero siempre sin juzgarse negativamente. Lo que les permite practicar la aceptación y potenciar su autoestima al tiempo que se ayudan a mejorarse así mismos.
La mayoría de las veces no somos conscientes en el momento en el que actuamos de esta clase de condicionamiento. Esto nos lleva a realizar actos equivocados, como los de tratar o juzgar injustamente a otras personas. Viendo la realidad de una forma distorsionada.
Ahora que ya sabes lo que es el condicionamiento clásico, tenlo en cuenta en tus reflexiones y pensamientos, y nunca más vuelvas a perderlo de vista. De este modo aumentarás tu conciencia. Conseguirás soltar juicios pasados que ya no necesitas. Lo que te ayudará a aumentar tu capacidad para vivir en el presente y disfrutar tu ahora, así como soltar y afrontar frustraciones pasadas.
#wearebrave #alwaysbeatyourself
Somos dueños de nuestro presente y eso es lo que más importa. Coge las riendas de tu ahora dejando marchar el pasado ya caduco. No seas un reflejo de tus heridas. ¡Échales alcohol si hace falta! Pero recuerda algo, tú decides cómo quieres que te afecten las cosas y si deseas hacerlas de otra manera. ¿La forma más rápida de conseguirlo? Meditar sobre ello y empezar a actuar como realmente quieres. Lo cual… es un proceso diario y uno de los más valientes caminos que podemos tomar.