Olvídate de las deudas del pasado. Las relaciones sociales no son como la economía. No entienden de capitales. No entienden de lo que hiciste o dejaste de hacer. El amor es una llama en marcha. Suena a topicazo, pero sabes que sino se le da gas, al final se apaga. Lo sabes y te habrá pasado.
La seducción es y siempre será cosa del ahora. Debe fluir y renovarse. Variar en sus estímulos. No nos gusta ir siempre a la misma obra de teatro ni comer el mismo plato todos los días. Menos aún si son lentejas. Pero esa es la trampa de la seguridad, una relajación que hace que los estímulos sensoriales se vuelvan predecibles y vagos.
Estamos acostumbrados a analizar las relaciones sociales desde una parte racional y solemos olvidar algo muy importante, y es que nuestras necesidades emocionales están en continuo cambio.
No pocas son las veces que nos encontramos a gente quejándose de que no saben que es lo que quiere su pareja, o sus amigos, o familiares, cuando han hecho ya tal o cual cosa por ellos. Nos encontramos frases como esta: «Soy fiel, soy sincero con ella, intento que estemos bien. No se que más quiere que haga».
Puedes darlo todo por una persona y apenas conseguir nada. Cruda y dulce realidad, según se mire. Todo es según se mire. O cubres necesidades continuamente o game over. Es un proceso continuo que nunca acaba.
No te acomodes en una zona de seguridad aburrida. No caigas en la vagancia de la no seducción. No caigas en esa zona de comodidad que te dice: ya he hecho mucho por esta persona, la tengo seducida.
¡Falso! ¡Falso! ¡Falso!
Lo importante no es que hayas hecho por los demás en el pasado, lo importante es que pese a haber dado mucho, sigas dispuesto a dar lo mejor de ti. Así el aburrimiento no abrazará tus relaciones.
Mantengamos nuestra visión clara para identificar que es lo que necesitan esas personas que queremos en el presente. Esa es la mejor seducción, porque la seducción siempre ha sido y será ahora.
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