Poco importa que te den la razón si eso no te lleva a conseguir lo que quieres.
Muchas veces nos perdemos en las palabras y no alcanzamos a ver el fondo. Queremos que nos reconozcan y nos digan: sí, es cierto, tienes razón. O que simplemente se callen y acepten lo que decimos, como el jefe que cree que lo sabe todo. Pero ¿no te estarán dando la razón como a los tontos? ¿De qué sirve eso si al final no consigues lo que quieres o resulta que estabas equivocado?
Mucho mejor es centrarnos en la meta que queremos conseguir y provocar que suceda. Romper las barreras de lo racional. Persuadiendo con una combinación de vía cognitiva (convencer con argumentos) y mediante la vía afectiva (provocar con las emociones).
Si no tienes empatía y relaciones personales efectivas, no importa lo inteligente que seas, no vas a llegar muy lejos.
Daniel Goleman
Imaginemos que nos acercamos a hablar con alguien y nos rechaza:
—Lo siento, pero no quiero conocer a nadie esta noche. Solo he venido a estar con mis amigas.
—Deberías animarte un poco y hablar con gente nueva. Pareces una chica interesante y nos podemos caer muy bien.
—Es posible, pero esta noche no. ¡Adios!
—-
—Lo siento pero no quiero conocer a nadie esta noche.
—Te entiendo perfectamente. Yo la semana pasada no saludaba ni a mi perro. Y eso que suelo mantener conversaciones políticas muy interesantes y constructivas con el.
—Jajaja, no sabía que hubiesen perros que supieran hablar.
—Algún día te lo presentaré, pero ahora mismo me toca a mi. Soy David.
—-
En el primer ejemplo buscamos que nos digan que si, que tenemos razón y esperamos que se abra y hable con nosotros. Intentamos convencerla de que lo puede pasar muy bien con nosotros por la vía cognitiva, es decir, con argumentos lógicos. Pero así no influimos en su estado de humor, que es lo que está fallando. Por tanto, ella continúa a la defensiva. Sus emociones siguen intactas y no se producen cambios en su predisposición emocional.
No puedes entender bien a otra persona y hacer otra cosa al mismo tiempo.
M. Scott Peck.
Una cosa es escuchar que nos dice una persona, y la otra entender lo que nos está diciendo. Para entender hay que hablar el lenguaje de las emociones para saber interpretarlo y modularlo. Que nos den la razón o no es inútil. En el ejemplo que hemos visto, mejor demostrarle que se le puede pasar bien con nosotros que prometerlo, ¿verdad? En el segundo ejemplo no nos fijamos en la objeción, empatizamos con la situación e intentamos darle un toque alegre. La otra persona se ríe, nos percibe divertidos y entra en la conversación con una actitud más alegre.
Hazte ya con mis libros:
Necesitamos entender que cuando queremos llegar a un fin en un contexto comunicativo (como en este ejemplo para ligar), lo importante no son los motivos lógicos que podamos darle. Puede que incluso sienta que la estamos intentando manipular o venderle la moto.
No me gusta ese hombre. Necesito conocerlo mejor.
Abraham Lincoln
Lo importante es provocar cambios en sus percepciones que la atraigan hacia lo que queremos, y que sea ella misma la que se convenza de que el estado emocional que ofrece tu compañía es mejor que el que tenía, o que libera alguna tensión o necesidad insatisfecha (en el caso del ejemplo, puede ser pasarlo lo mejor posible, conocer a un chico que le guste, vivir una aventura, y un largo etc).
Deja a un lado tu orgullo, observa tus emociones desde fuera, y comunica generando emociones positivas presentes que diseñen grandes momentos futuros. No importa quién tiene razón, lo que importa es el resultado final de la comunicación.
#wearebrave
Olvídate de que te den la razón como a los tontos. No te obsesiones con que te digan que si que eres un sabio y lo sabes todo. Lo importante es que consigas cambios en la otra persona que te lleven a cumplir los objetivos conscientes o inconscientes de la interacción (que pueden ser simplemente pasártelo bien, ligar, etc, en el contexto de este ejemplo). Aplica esto a cualquier contexto comunicativo. Si siempre discutes con tu pareja, familia, o amigos, repasa esas discusiones y observa si merece la pena las sensaciones negativas que se generan, por simplemente ver quién tiene razón o no.
Recuerda que la razón siempre es subjetiva, está sujeta a millones de interpretaciones como millones de personas hay en el mundo, y solo el tiempo discrimina certeramente entre aciertos y errores. Disfruta de emociones positivas, experimentándolas y generándolas en los demás, y ábrete a las bellezas del mundo sin las barreras de nuestro orgullo.
#wearebrave #alwaysbeatyourself
Deja a un lado tu orgullo, observa tus emociones desde fuera y comunica generando emociones positivas presentes que diseñen grandes momentos futuros. No importa quién tiene la razón, lo que importa es el resultado final de la comunicación y lo que sentimos cuando nos relacionamos.
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It’s always a relief when someone with obvious expertise answers. Thanks!
Éste es un error que cometía hasta hace no mucho tiempo. Pero un día, Luis me dijo justo las mismas palabras que titulan esta entrada e, inconscientemente, lo he ido cambiando.
Tienes razón, se gana mucho 😉