Si tienes algunas inseguridades y complejos, que los tienes porque todos los tenemos, medita y suelta de una vez toda esa basura a la que das vueltas y vueltas por tu cabeza sin que eso te lleve a ninguna parte. Que un pensamiento se repita 1000 veces no significa que vaya a darte una solución a la 1001, es un pensamiento inservible. Deja de darle espacio.
Lo triste, no es no ser perfecto. Lo triste es amagarse la vida por pretender serlo y perder así nuestra naturalidad por el camino.
Lo triste es mostrarse quejoso, aburrido, deprimido, resentido, malhumorado o arrastrar una ansiedad de caballo por tener malos resultados cuando esa amargura es la consecuencia principal de esos malos resultados. Es un círculo. Los lloriqueos solo ensanchan los problemas haciendo que los acabemos propagando a los cuatro vientos.
Miedo al abandono porque tu ex pareja te dejó, complejos que tengas sobre tu cuerpo que si soy bajito, o no tengo pecho, o la nariz demasiado grande o demasiado pequeña, que si tu trabajo no te llena, que si no estás donde deberías estar…
Y no, no digo que compartir las miserias con un buen amigo no sea la mar de terapéutico, más cuando le ponemos un poquito de sentido del humor. Tampoco digo que no haya que buscar ayuda en un profesional que nos guíe a producir los cambios que necesitamos. Lo que nos acaba hundiendo es ir repitiendo una y otra vez lo que nos genera inseguridades, porque cuanto más se remueve la mierda, más huele. Mayor es el saco de cemento que acabamos arrojando a la espalda.
Entonces, ya no vemos el potencial y la belleza que tenemos cuando somos nosotros mismos y nos dejamos llevar. Solo nos comparamos y comparamos. Nos volvemos la víctima perfecta. Caemos en la trampa de intentar siempre demostrarle algo a los demás, mientras la ansiedad sigue aumentando. Nos vamos haciendo más pequeños a la vez que subimos el siguiente peldaño del patrón: la búsqueda del culpable. Pero ya te digo yo, que no hace falta que busques más. La solución está en una decisión que se toma cada día. La de renacer cada mañana, con cada nuevo amanecer.
Decidir que la alegría va a ser tu principal caballo de batalla. Decidir que el amor, empezando por ti mismo, es tu bandera y que vas a alzarla hasta las nubes. Decir que lo más importante es lo que sientes y transmites aquí y ahora y cárgate de pasión. Abrirte a respirar hondo y pensar joder, que vivo me siento. Eso es lo que te despertará y despertará a su vez la versión más atractiva de ti mismo, te pondrá en estado de flujo. Te hará sentir sensaciones maravillosas que a su vez contagiarás a los demás. Dejarás de juzgarte y de señalarte, de vivir en análisis y en parálisis y te lanzaras a la búsqueda de la belleza.
Así que sal. Sal ahí afuera. Sal del ego de tus pensamientos pasados y entra en el sentir intenso del momento que estás viviendo. Medita, libérate de tensiones, libérate de todo lo que no estés viviendo y sumérgete en lo que estás sintiendo y construyendo hoy.