A la hora de negociar el que mayor poder suele tener es aquel que menos tiene que perder si no se alcanza un acuerdo. Funciona así en los negocios y también en nuestras relaciones. De ahí la importancia de tener siempre un plan B y sentirnos libres de lo que un mal resultado implicaría. Por este motivo es importante que a la hora de comunicarnos dejemos una vía amistosa abierta en la que el acuerdo no se produzca.
Un ejemplo sería exponer en una conversación de pareja en la que busquemos cambiar conductas tóxicas por otras más sanas, que si no lo hacemos, lo mejor para ambos sería dejar la relación.
Hablaríamos de un texto de este estilo: «Para que esta relación merezca la pena y los dos seamos felices estando juntos, es importante que no nos gritemos y dejemos de juzgarnos. Así podemos hablar más tranquilos, sentirnos menos intimidados por las exigencias del otro sin vernos recriminados, y tener una relación más feliz. Si no empezamos a hacerlo así, tendríamos que replantearnos si queremos seguir juntos porque la relación se puede ir volviendo tóxica y acabar destruyéndonos a los dos. Te quiero y no quiero dejarlo, pero nos merecemos estar bien y ser felices y yo quiero que lo seas aunque no fuese conmigo«.
Para incrementar tu poder de negociación debes estar dispuesto a perder
Ese sentimiento de pérdida puede ser muy motivador, sobre todo cuando lo exponemos de forma beneficiosa para los dos planteándolo como una idea común. Es decir, es decisión de los dos y los dos ganamos. Fíjate en las letras en cursiva de ejemplo. Decimos «no nos gritemos y dejemos de juzgarnos» en lugar de «no me grites y dejes de juzgarme», ya que de esta segunda forma estaríamos dando a entender que el problema es suyo y no nuestro. Por lo que estaríamos juzgándola y generando más problemas, cuando lo que interesa es resolver el conflicto y generar el cambio, no determinar quién es el más culpable.
Recordamos el objetivo: tener una relación más feliz. Es decir, buscamos una meta que nos motive a cumplirla juntos. Puede ser la felicidad, mejores experiencias sexuales, o cualquier otra cosa dependiendo del tema que sintamos que pueda motivar al otro a hacer un esfuerzo por conseguir eso.
Dispuesto a perder común: ese «tendríamos que replantearnos si queremos seguir juntos» inyecta el sentimiento de que vamos a perder lo que tenemos, y que en todo caso estamos dispuestos si no se cumplen las condiciones que estamos planteando para el bien común. Ahí está el gran poder de esta técnica, en nuestra muestra de escasa dependencia. El poder no lo tiene el que menos quiere de los dos, sino el menos dependiente.
Para finalizar, dejamos patentes que queremos a la otra persona y queremos seguir juntos. Es decir, queremos que la negociación salga adelante de forma satisfactoria. Lo que disipa las dudas del otro a que pueda pensar que lo que queremos es quitárnoslo de en medio. Añadiendo por último la coletilla «quiero que seas feliz aunque no sea conmigo» lo cual disipa cualquier asociación que pueda hacer a que tengamos intenciones egoístas.
Habilidades como la empatía y la asertividad son imprescindibles para llevar cualquier negociación a un acuerdo donde ambas partes ganen. Para lo que es igual de importante hacernos conscientes de una meta compartida que nos motive a alcanzarla juntos.
En este vídeo puedes ver una sesión de coaching de mi curso online personalizado sobre habilidades sociales y seducción en el que exponemos un ejemplo: