Una palabra que nunca utilizo es Injusticia.
Para mi Injusticia es una palabra que a menudo se convierte en alimento para la inconsciencia. Que nos hace sentir débiles. Experimentar el sabor de la inutilidad. Nos vuelve ciegos. Faltos de conciencia.
A través de las gafas de la persona resentida por las injusticias sufridas en su vida, surge la ira, el odio y el desánimo que rasgan aún más profundamente sus heridas. Lo he visto millones de veces. Personas que se refugian ante la adversidad diciendo: Eso es injusto. No es justo que esto me pase a mi. Porqué yo… no me lo merezco. La vida es tan injusta.
La vida no es justa, al igual que lo que para ti es justo para otro puede no serlo. Está formada por miles de millones de variables que forjan lo que sucede. La persona consciente nunca dirá que algo es injusto, dirá que simplemente es, y como es hay que aceptarlo.
Todos los sistemas, sea cual sea su ideología, generan su propia injusticia; Acaso el mal es el precio de la existencia, pero no se puede impedir la existencia por temor al mal…
Carlos Fuentes
Del lamento a la acción
De nada sirve el lamento que acompaña esta palabra. Por eso no me gusta. Únicamente chupa nuestra energía. Y por eso está completamente eliminada de mi vocabulario mental, pues lo que nos decimos y nos repetimos dentro de nuestra cabeza, crea imágenes en nuestra percepción del exterior.
La vida simplemente es, las cosas pueden pasar de una forma o de otra. Es imprevisible. Una jungla. Acéptalo y prepárate para ser más fuerte. Todo reto esconde sabiduría y pasión.
- Tu decisión ahora puede ser la de tomar acción, primero a favor de ti mismo, gestionando tus pensamientos y emociones para que estos te potencien.
- Una vez preparado internamente, el segundo paso será comenzar a caminar con esa nueva energía. Buscar soluciones a lo que te molesta o no ves justo, y luchar de verdad.
- ¿Y si ya no hay solución? Tu lucha es la de aceptar y seguir. Aprender y avanzar. Porque no existe otra vía hacia la felicidad ni más camino que el crecimiento para expulsar la culpa.
Deja a un lado a los obstáculos: frustración, culpa, miedo, ira, vergüenza, angustia…
Desvía tu foco de atención desde la perspectiva de la injusticia, hacia la perspectiva de la aceptación y el progreso ahora y futuro. Simplemente es. Tu única única preocupación es saber cuál será tu siguiente paso.