Una vez que hemos conocido a una persona, hemos hecho nuestro juego ausente de manera que ella ha querido quedar con nosotros, nos falta el sitio. ¿Dónde quedamos? Yo suelo recomendar que en la primera cita se quede en un sitio neutral y con gente, como un pub, para que la otra persona se sienta cómoda y con una vía de escape en el caso de que las cosas no vayan bien. No tienen por qué ir mal pero le daremos esa seguridad. Esto no quiere decir que tenga que ser siempre así, es una simple orientación por si vemos que nos puede rechazar.
Recordad: no vamos a ponérselo fácil para que nos rechace, por eso seremos observadores y previsores para no obtener un rechazo.
Bien, una vez elegido el lugar ya sólo queda ponernos guapos e ir al encuentro con la más alta expectativa posible y con mucho optimismo y alegría. Con alta expectativa me refiero a que seáis conscientes de que si la otra persona ha quedado con vosotros es por algo y podéis avanzar tranquilamente. Es tan fácil como observar la situación: una persona que conocemos de un momento, con la que hemos ido hablando, ha aceptado tener una cita con nosotros. Ambos nos hemos puesto guapos y se nos nota cierto nerviosismo. Está claro que ahí pasa algo y hay tensión sexual. Por eso tendremos que ser capaces de darle una dirección al encuentro para que acabe de la manera que nosotros queramos o, al menos, cerca de ese punto.
Una vez estamos en la cita, tendremos que tener en cuenta dos cosas: La actitud que proyectamos y la tensión sexual que generamos.
La actitud que proyectamos
Este punto no se refiere ni más ni menos que a cómo nos comportamos en la cita. Tenemos que pensar que la otra persona estará nerviosa y expectante por ver lo que pasa y nos estará examinando continuamente. Pero no pasa nada, esto es bueno, ya que si nos examina quiere decir que quiere algo potencial con vosotros. Preguntas del tipo como “¿Qué esperas tú de un hombre/mujer?” evidencian cierta actitud examinadora para ver si somos compatibles. Tampoco seamos paranoicos y pensemos que nos están examinando permanentemente. Nuestra actitud y nuestra predisposición debe ser la de una persona que va a divertirse, es decir, vamos a pasárnoslo bien en la medida que dependa de nosotros. Si somos divertidos, originales y hablamos con comunicación emocional (perspectiva del yo) será muy difícil que la cosa no avance y que la otra persona no adquiera cierta predisposición a permitir un avance por nuestra parte. Si proyectamos las actitudes del hombre magnético despertaremos muchísima atracción y derribaremos muchas defensas como el temido Factor Fulana o el Rechazo Definitivo.
Dirección y Avance: Tensión Sexual
Como hemos dicho al principio, observemos:
Luis y Juanita se conocieron una noche de fiesta. Se gustaron, intercambiaron teléfonos y se besaron. Luis hizo un Juego Ausente que, si bien podría haber sido mejor, bastó para que Juanita quisiera quedar con él. Luis le propuso quedar en un lugar íntimo, pero esto no convenció a Juanita por su Factor Fulana. Después, Luis, en un despliegue de sabiduría, leyó la primera parte de este artículo y le propuso quedar en un lugar neutral en el que había más gente. Juanita aceptó pero le advirtió que no iba a pasar nada. Aun así, quedaron. Luis, como es un tío de puta madre y muy divertido, buen comunicador y bastante original, hizo que Juanita se lo pasara divinamente. Sin embargo, faltaba algo, pues aunque la cosa iba bien parecían estancados y no avanzaban. Se reían, se lo pasaban genial pero no había contacto corporal de ningún tipo, y Luis tampoco le dijo lo que pensaba y lo que esperaba de la situación. Se despidieron de manera genial, pero Juanita no le volvió a coger el teléfono a Luis.
¿Os suena esta historia? Porque a mí me ha pasado alguna vez. A simple vista parece que se lo estaban pasando genial, pero parecían dos amigos que se están conociendo. ¿Qué faltaba aquí? Amigos, ni más ni menos que dirección y tensión sexual para poder avanzar. Si Juanita no sabe lo que Luis piensa de ella, creerá dos cosas: que no tiene valor para decírselo y, por tanto, sin experiencia; o que no la valora lo suficiente.
Para combatir esto y dar una dirección que predisponga al avance, contamos con dos armas muy poderosas que se llaman Cualificación y Sexualización.
La cualificación, aunque ya fue explicada en otros artículos, es la conexión que creamos entre ambos: ella tiene algo que a mí me hace sentir algo y me provoca una reacción. Si os fijáis, es imprescindible para dar una dirección y que la cosa avance, porque si ella no sabe lo que nos gusta de ella difícilmente se sentirá deseada. Y a colación de esto introduzco la sexualización.
Podemos ser la persona más cojonuda del universo y ser los mejores comunicadores, pero como no sexualicemos la cosa difícilmente avanzará. Podríamos esperar a que lo hiciera la otra persona, pero sinceramente, ¿preferís dejar las cosas en manos de alguien que no seáis vosotros? Yo, desde luego, no.
La sexualización, o dirección sexual es todo aquel tipo de comunicación, ya sea verbal o no verbal, que hará que demostremos que estamos interesados sexualmente en la otra persona. Puede ser, por ejemplo, un comentario del tipo “Deja de mirarme así, por favor, estás despertando en mí unas ganas terribles de besarte” o puede ser un gesto no verbal como morderse el labio o besar directamente. Esto, que parece obvio, es el error de muchos hombres y mujeres, en las citas. Señores y señoras, tenemos sexo, tenemos ganas de pasarlo bien y queremos que la relación avance. Si no, ¿para qué hemos quedado? A mí no me gusta perder el tiempo y siempre quiero que la cosa avance.
Por ello, ante una situación de que la interacción no avance, preguntémonos si hemos dado la dirección adecuada. Da igual que nos rechace o no, nosotros ya hemos dejado claras nuestras intenciones. Es deber de la otra persona aceptar eso o marcharse si quiere. Si se queda ahí, aunque nos haya rechazado significará que su rechazo es parte del juego y lo volveremos a intentar más tarde. Si no hay dirección, no hay avance. Y, por supuesto, nuestras afirmaciones y ganas de tener sexo o una relación de otro tipo, son muy legítimas. Que nadie os haga sentir mal por querer avanzar.
Una vez dicho esto, queda matizar algo: las sexualizaciones se producirán en intervalos muy intermitentes, es decir, de vez en cuando si vemos que la actitud de la otra persona predispone a cierto rechazo. No tengamos miedo a hacer de la sexualización una herramienta a usar de vez en cuando. No siempre hay que sexualizar, pues significaría demasiada tensión. Para eso tenemos el otro apartado, que se refiere a la actitud general que mostraremos. Lo que hemos explicado en el apartado de actitud debe ser constante a lo largo de toda la cita, es decir, debe darse siempre. La sexualización se usará para dar la adecuada dirección. Se debe tener siempre en cuenta la tensión-distensión que explicábamos en el artículo de tensión sexual.
En resumen, tendremos que tener una actitud original, divertida, estimulante y emocional a lo largo de la cita y, sin embargo, impregnaremos la conversación con sexualizaciónes que se darán de manera gradual y de vez en cuando.
Recordad que todo esto son premisas generales, que cada situación es diferente y cada chica es única.
Como veis, todos los artículos están relacionados entre sí y todos lo que se explica en ellos es imprescindible para tener éxito.
Sin más, un fuerte abrazo.
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Del estilo Directo Examinador de Egoland en su totalidad 😉
Buen Articulo.