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31 mayo, 2020 a las 15:05 #39750EgolatraParticipante
El libro de “El poder del ahora” se puede resumir en que viviendo el momento, poniendo la mente en el presente se llega a la felicidad, o lo que otros llaman “el nirvana”. Algunos lo logran sentados en la posición del loto (lo que vemos en las pelis de monjes meditando). Otros viven el momento jugando al futbol, o escalando una montaña, o montando en bicicleta… cualquier actividad que obligue a la mente a centrarse en ella lo que consigue es poner la mente en el instante presente en el que uno está.
¿Pero cómo puede eso aplicarse a la vida cotidiana?¿Acaso un trabajador de lunes a viernes que juega con los amigos los fines de semana al futbol, sólo puede ser feliz en esos ratos de jugar el futbol, y no puede serlo a lo largo de esa semana, ya que durante la semana no vive el presente pues eso sólo lo consigue jugando al futbol?
Yo llegué a una subjetivización de esto que decía el libro “el poder del ahora”. Una forma de llevar este libro a la práctica en mi día a día, en cada momento. No sólo en mis hobbies, sino en todo momento: Y es mediante los objetivos a corto plazo.
Todos tenemos nuestros objetivos en la vida: Terminar la carrera, ponernos a trabajar, viajar, comprar un coche, conseguir el último móvil con la mega-pantalla… son objetivos a distinto rango de importancia que normalmente están muy relacionados con el tiempo invertido y con el esfuerzo invertido. Así tenemos objetivos a corto plazo, plazo medio o largo plazo.
Pero… ¿no es cierto que poniendo la mente en un objetivo a largo plazo, como por ejemplo, conseguir comprarse un coche, nos aleja la mente del presente? ¿No es cierto que cuanto a más corto plazo, como por ejemplo al estar comiendo “voy a beber agua”, más nos acercamos al instante presente? Pues entonces la solución es bien sencilla: Convertir los objetivos en una correlación de objetivos a más corto plazo cuyos todos juntos nos hagan completar y conseguir el objetivo a largo plazo.
Es lógico pues, que el objetivo a largo plazo de un estudiante universitario sea terminar la carrera con la mejor nota posible y habiendo aprendido lo más posible. Pero ese no es el pensamiento que se tiene al tocar el despertador en época de exámenes. En época de exámenes el pensamiento es “mi próximo examen es de matemáticas”. Pues bien, se ha conseguido “algo”. Que es convertir el objetivo a largo plazo de aprobar una carrera en un objetivo más a corto plazo, y centrarse en él. Pero aún no está todo hecho. Porque en este ejemplo… se está poniendo la mente en una actividad que uno tendrá en 3 horas en la clase, pero en este momento te acaba de despertar el despertador, y estás tumbado en la cama. Y la mente es ahí donde debe estar, en el presente. De lo contrario, resulta que desperezarse, levantarse, vestirse, desayunar y salir de casa es algo que se hace “sin pensar”, todo ese rato teniendo la mente en el futuro. ¿Y que sucede de esa manera? Muy fácil, las cosas se hacen, pero menos eficientemente. Si te concentras en desayunar, resulta que lo haces todo más rápido. Si piensas “ahora un calcetín, ahora el otro” resulta que eres capaz de hacerlo más rápido, y por lo tanto más eficientemente. Terminas saliendo de casa antes si tienes la mente en las cosas que haces. Y además así se tiene más tiempo de dar un último repaso a la materia, cosa que daría menos tiempo para ello si uno está pensando en el examen mientras se viste o desayuna.
Esto es lo que viene a decir el libro “El poder del ahora”. Pero aplicado a los objetivos a largo, medio y corto plazo. Viendo además como un objetivo que no sea instantáneo se puede dividir en un número mayor de objetivos si instantáneos.
Pero… ¿Acaso suspender un examen nos hace felices? Pues si yo he estado poniendo en cada instante mi mente en el presente, y he recibido un suspenso y me he sentido mal. Ha sido una emoción negativa. ¿Por qué? Esto contradice lo que dice “el poder del ahora” aplicado a mi día a día. Pues la explicación es sencilla: Se necesita un avance en nuestros objetivos. Que los objetivos a corto plazo se vayan consiguiendo. Formen parte de la serie de objetivos a corto plazo cuya conjunción supongan un objetivo a largo plazo, o sean por sí mismos objetivos finales y últimos, han de conseguirse.
¿De esta manera, es igual de feliz alguien que durante 3 años cumple sus objetivos de estudiar cada día, ir aprobando exámenes y al final consigue su título universitario, que otro que durante 3 años sólo ha tenido una sucesión de objetivos a corto plazo y que los ha conseguido todos? Pues esto no lo se. Yo sólo puedo hablar desde mi perspectiva de persona con objetivos no sólo a corto plazo, sino como persona con objetivos a corto, medio y largo plazo. Y desde esta perspectiva puedo decir que a más objetivos consigo, más feliz me siento. Sea “comerme un helado” como objetivo único y final, como desayunar un día como objetivo a corto plazo primero en la cadena de otros tantos para un objetivo general más a largo plazo.
Así pues, con todo esto puedo resumir que yo, desde mi perspectiva, puedo definir la felicidad de la siguiente manera:
– Éxito en mis objetivos, habiendo conseguido todos o la mayoría y habiéndolos fraccionado en los objetivos más a corto plazo posibles. A más consigo, más feliz soy.
Estos objetivos pueden ser de cualquier tipo. Desayunar, comerme un helado, tener sexo con alguna chica, darme una vuelta en mi moto, terminar un puzle de 5000 piezas (este último es un ejemplo de objetivo fácilmente divisible, pues cada pieza que consigo colocar en su sitio me alegra… son 5000 pequeñas alegrías y una alegría mayor al verlo terminado).
¿Significa entonces que hasta que no consigo un objetivo a largo plazo o “importante” no soy feliz? No, hay muchos ejemplos para ello:
– Mientras hago un puzle de 2000 piezas, cada pieza que coloco me hace sentir bien, me hace un poquito feliz. No me hace falta terminarlo para ponerme contento al verlo terminado. Cada pequeño avance hacia un fin mayor me pone contento.
– Pasar de no ser capaz de hablar con una desconocida ni para un “hola” a intercambiar 4 frases es un avance hacia “aprender a ligar”. Así pues, aún recuerdo llegar a casa sin haberme comido un colín, pero sintiéndome DIOS por haber “abierto” (no en canal, jijiji) a X chicas. Y a lo mejor sólo había hecho entrar y despedirme. Pero ya era un objetivo muy importante conseguido dentro de uno mayor. Porque era un gran avance para mí. Lo que yo sentía un salto muy importante hacia un objetivo muy difícil: “ligar con una desconocida”.Así pues, sólo hace falta cumplir objetivos a corto plazo. Estos pueden ser objetivos finales por sí mismos, o conjunción de ellos como parte o totalidad de un objetivo más a largo plazo. Y de esta manera se tiene la mente en el presente (a más a corto plazo o más instantáneo el objetivo, más en el presente se está) a la vez de que conseguirlos nos pone contentos. Y muchos contentos durante mucho tiempo es la definición de felicidad.
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Supongo que muchos de vosotros podréis definir la felicidad de muchas maneras, quien se atreva a hacer una definición y que pueda ser extrapolable a otras personas para la búsqueda de la felicidad, tal vez ayude a otro a conseguir una orientación hacia ella.
15 junio, 2020 a las 18:14 #39773alarranMiembroDicen que la gente que se pone objetivos triunfa con muchísima más facilidad.
Al final, lo que yo he aprendido es que la felicidad más que una meta es una forma de ver las cosas.
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